En los últimos días ha
estallado el problema del espionaje de las comunicaciones de los miembros de
gobierno de muchos países por parte de la Agencia Nacional de Seguridad de
Estados Unidos (NSA). Las revelaciones de Edward Snowden, el exanalista de la citada
agencia refugiado en Rusia, han abierto una profunda crisis internacional,
aunque no está todavía muy clara la identidad de los políticos vigilados ni el
periodo de las interceptaciones. Parece sin embargo que los servicios secretos
españoles están convencidos de que España había sido objeto de masivos barridos
de llamadas telefónicas y comunicaciones por parte de la NSA del mismo modo que
Francia o Alemania: la sospecha de que los servicios de inteligencia de EE UU
llevan años espiando el móvil de la canciller Angela Merkel irrumpió en
Bruselas algunos días antes, haciendo saltar por los aires una agenda cargada
de temas tan crudos como fundamentales para la UE. La gran mayoría de los
presidentes y primeros ministros europeos presentes secundó las críticas del
eje franco-alemán, aunque se dividieron entre los que reclaman medidas
concretas como respuesta y los que prefieren una reacción más modulada, sin
represalias. Se habló de la paralización de las negociaciones sobre el tratado
de libre comercio con EE UU, de la anulación del acuerdo de transferencia de
datos bancarios con EE UU (muy sensible para Washington porque eso le permite
acceder a información sobre transferencias financieras para luchar contra el
terrorismo) y de suspender el llamado "safe harbour" (por el que unas
3.000 empresas estadounidenses acceden a datos de los europeos). Claro es que
ahora la confianza en Washington está seriamente dañada y sería necesario
reconstruirla, siendo prioritaria la relación con EE UU. Quizás estos episodios
fuercen también la negociación en el Consejo sobre una norma europea de
protección de datos, que lleva meses estancada. Contar con un marco más
garantista que el actual (y adaptado a Internet) favorecería a los europeos,
aunque en la práctica no puede evitar este tipo de intromisiones alégales. Lo
que es mucho más importante es aclarar el por qué de este espionaje, puesto que
la Guerra Fría acabó hace muchos años. Quizás.
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